Últimamente poner la tele en determinados programas en prime time supone encontrarse con: a) ex ministros del psoe arrepentidos que acuden a expiar sus pecados; b) políticos del psoe en activo que buscan un espacio para explicar lo que han hecho esa semana en el parlamento que toque, en el momento que les dan entre algún matamoros y los anuncios.

No me preocuparía si estas muestras absurdas de pretendida transparencia o accesibilidad no se combinaran con la convocatoria de ruedas de prensa sin preguntas. No entiendo nada. Ni entiendo a compañeros y excompañeros que dan más explicaciones sobre su gestión a Évole que a la propia organización, ni entiendo a una organización que ve más oportuno justificarse ante Jordi González que dar una explicación coherente de lo votado o lo propuesto a los periodistas convocados en sede parlamentaria.

Por otro lado, empezamos la temporada navideña recogiendo juguetes y alimentos no perecederos en nuestras casas del pueblo (por no hablar de la donación interruptus al banco de alimentos). Ahora sí que no entiendo nada. Me considero una persona con sensibilidad solidaria, si es que este término existe. Soy socia de ONGs, participo de eventos solidarios siempre que puedo, cuando cantaba en un coro he visitado residencias y cantado villancicos, vendido rifa… Pero no se me ocurre que el lugar de estas acciones sea el partido, y aún menos: me parece grave que cuando fracasamos en la tarea política, cuando estamos faltando a nuestro deber por acción u omisión, nos lancemos a la diversificación de repartir comida o ropa… ¿es así como pretendemos reconciliarnos con nuestros votantes o con la ciudadanía en general?.

Respeto todas las acciones que llevan a cabo las diferentes asociaciones y ONGs, las urgentes y las permanentes; creo que son un indicador de salud social, que reflejan la vitalidad de una comunidad; pero también pienso que los partidos tenemos la responsabilidad de encargarnos de unas tareas muy concretas (a las que además van unidas innegables situaciones de privilegio) en las que además somos insustituibles (y por lo que parece ahora, ininteligibles).  ¿Quién dará cumplimiento a nuestros programas o compromisos mientras nos dedicamos a hacer lo que ya hacen otras entidades de nuestros pueblos? ¿Hemos renunciado a mejorar las condiciones de vida de la gente desde la acción política?

¿De verdad es el momento de recoger legumbres?